miércoles, 13 de junio de 2012

Aburrida


Hilda estaba aburrida, tenía trabajo hasta el tope, no quería salir a cenar eso ya empezaba a volverse algo común, se sentía un poco mal humorada por lo que se levantó de su escritorio caminó a la cocina sacó de la nevera una botella de vino color azul, la primera copa entro como agua y sintió su piel erizarse y el calor del vino en todo su cuerpo, ese cuerpo tan bonito que tenía, caminó a su alcoba con la botella en la mano, Hilda solo pensaba que hoy se la terminaría e iría a trabajar al siguiente día con tal vez un poco de resaca; se recostó en la cama mientras seguía bebiendo cuando sintió un latido fuerte en su sexo, sonrió y se fue despojando de la ropa de oficina, la falda, camisera y medias estaba solo en su sensual ropa interior color morado que hacía resaltar su piel color nácar, le tomo un gran trago a la botella de vino y empezó a masajear su cuerpo, empezó por su labios que sabían a vino y siguió su cuello, bajo lentamente sobre sus pequeños pero lindos senos que desnudó de inmediato, lo pezones respondieron a sus caricias que entendían que solo eran ella y su más delicada fantasía con Braulio, el hombre que para el sexo la volvía loca, toco su piel erizada y bajo a su sexo latente, húmedo de la excitación rosaba con sus dedos la emoción hecha carne, sentía que a cada instante que ella rosaba su piel envuelta en esos líquidos de sensaciones se despegaba de la cama, sus dedos sabían lo que hacían e Hilda poco a poco se lleno de colores y sensaciones que finalmente le transformaron los pequeños gemidos en un solido grito que desató olas en su cuerpo, abrumada y chapeteada Hilda cayó rendida a sus placeres de soledad, a su vino y se entregó a Morfeo.


Acompañenlo con una buena canción 



Con amor
La chica del Aparador


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