Los cánones de belleza –como una construcción social- se modifican a lo largo del tiempo. Si prendes tu televisor y miras un rato, verás cómo la mayoría de las figuras que ahí aparecen lucen rasurados y lampiños. El punto máximo es la publicidad, en los comerciales de rasuradoras desechables: ¿quién dijo que un hombre es más atractivo sin vello facial, y que queremos tocar rostros tersos? Bueno, al menos yo prefiero beso que raspe. Es común ver modelos con un pecho sin pelo, sin barba, ni bigotes, como si aún no entran a la pubertad. El vello –tanto en el hombre, como en la mujer- es un signo de crecimiento, y que socialmente marcan la diferencia entre ellos –tema que podríamos analizar en otra ocasión. Regresamos a lo mismo; el campo legitima ciertos patrones de lo que significa “bello”, “hermoso”, “guapo”. Los hombres tienen vello; dejen que crezca, si no son lampiños.
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